miércoles, 24 de abril de 2013

Ciudad jardín y puesta en valor de la ecología.



El paisaje cada vez tiene mayor importancia cuando hablamos del desarrollo rural, es una variable más que debemos poner en valor como elemento en su doble vertiente, económica y ecológica. El espacio deja de tener sólo consideración como aquel espacio productivo en el que la población de forma tradicional mantenía su forma de vida. Ahora, otra faceta como la accesibilidad al entorno natural se nos muestra, es la huida hacia el campo.
Zonas periurbanas en las que se desarrollan procesos de contraurbanización y suburbanos, soportan procesos especulativos pero a la vez se muestran como los más dinámicos de Galicia. La contraurbanización es una forma de urbanización opuesta a la tradicional, donde las pequeñas ciudades o pueblos crecen a un ritmo mayor que el de las ciudades. Las regiones periféricas pasan por un nuevo modelo de crecimiento demográfico ligado a los cambios sociales, económicos y culturales. La contraurbanización ha contribuido al declive urbano a favor de un renacimiento de las áreas rurales remotas y el de la suburbanización en áreas rurales próximas a las ciudades; ambas formas están relacionadas con las nuevas formas de urbanización más dispersas.  Hay una inversión de los flujos migratorios, ahora la huida es de la ciudad al campo, a diferencia con lo que ha ocurrido durante muchas décadas. A estos cambios ha contribuido la universalización de los medios de comunicación y de transporte. La generalización del acceso y el abaratamiento de las telecomunicaciones han acercado el campo, el rural, a la ciudad. La mejora de infraestructuras de transporte y la facilidad de desplazamiento que supuso el tener coche propio, han contribuido a este cambio de tendencia.
Las nuevas delimitaciones territoriales supondrían cambios de poder que se notarían más en los ayuntamientos de haber triunfado la comarcalización. El fracaso del modelo de comarca como Ente intermedio entre la provincia y los ayuntamientos fue desde su parto, al no disponer de entidad jurídica propia y no ser autónomo administrativa y financieramente, una muerte anunciada. Tras un nacimiento donde la criatura no se sabía si era niño, niña, o mascota, acabó en las fundaciones comarcales, que sin un papel definido y cuestionadas en cuanto a su utilidad y medios, parecen no ser más que devoradoras de recursos escasos que pueden ser destinados a fines alternativos de mayor provecho social y económico.
El crecimiento demográfico, junto a las actividades de la población, son claramente condicionantes de la utilidad que se le da al territorio. Galicia como ciudad abierta, desconcentrada, con núcleos urbanos complementarios y a la vez jerarquizados en un medio natural como el que disfrutamos, acabó conformando a nuestra comunidad como si fuese una ciudad jardín, salpicada por espacios abiertos de vegetación natural, estos entornos naturales que agrupan alrededor de 50.000 habitantes se han vertebrado como una continuidad de ciudades en red, en la que las distancias y la orografía se salva por las “nuevas comunicaciones” e infraestructuras. Son normales las relaciones de complementariedad al igual que ese flujo inverso protagonizado por urbanitas.

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