Por mucho que lo intente
no comparto las ideas y pensamientos planteadas por Rifkin en la “La Economía
del hidrógeno”. Estamos a décadas de que “el agua sea el carbón del futuro”, y
a años luz de la creación de una “red energética mundial” tal como lo argumentó
en su escrito, de ahí a que además vaya a suponer la redistribución del poder
en la tierra es como recorrer el espacio- tiempo que nos separa del Big Bang.
El hidrógeno es un
vehículo de energía, es una forma secundaria, debe producirse pues no lo
encontramos en la naturaleza de forma que sea aprovechable sin una
transformación y ésta debe compensar el coste de su obtención.
·
Se puede obtener del gas natural o de otros hidrocarburos, ¿qué pasará
cuando se agoten?
· Por medio de electrolisis, es decir utilizar electricidad para
descomponer el agua en átomos de hidrogeno y oxígeno, el coste de oportunidad todavía
tiene vigencia.
·
Las pilas de combustible o cómo invertir el proceso de electrolisis; sumamos ahora al anterior el coste de desandar
el camino, pagando el peaje de las pérdidas de energía por transformación y
almacenamiento, además de la costosísima fabricación mediante el uso de unos metales
nobles escasos (platino, paladio, oro y reutenio).
En los último años
oportunistas económicos falsamente preocupados por el medio ambiente y el calentamiento
global, que se dedican a viajar en aviones privados y llenar y caldear piscinas
casi olímpicas para uso familiar han conseguido de los gobiernos (es decir de
las personas que pagan impuestos) ingentes sumas de dinero en investigaciones
que favorecen a unos grupos económicos, pero que su fruto no verá nunca la luz.
Si Europa y Estados Unidos, Rusia o China confiasen en esta línea de
investigación no deberían iniciar guerras o firmar contratos para seguir
asegurándose los hidrocarburos.
Estas ideas nacen en
contextos económicos que sacuden a las sociedades y se aprovechan de ellas y por
medio del miedo vender humo donde no hay fuego, es como la gripe aviar, la
amenaza terrorista, la instalación de cámaras en todos lados, y mañana será el
cuento que todos conocemos de ¡que viene el lobo¡. La cumbre de “sabios de Roma”
ya profetizaba que antes del fin del milenio el petróleo se agotaría y cada día se están a descubrir nuevos
yacimientos.
Rifkin llega a asociar a la economía del hidrógeno con la libertad de
los pueblos, la justicia social, la prosperidad e igualdad; esto es lo mismo
que proclamaban los Bush para liberar al pueblo de Irak de la falta de libertad
y derechos humanos pero no para criticar a los manifestantes por la democracia
de Tiannamen. La libertad e igualdad se alcanza por medio de la educación,
cuanto más culta sea una sociedad más fácil le será progresar y dejar de votar
a opciones que no favorecen a las sociedades en su conjunto y sí a unos pocos;
también se alcanza por la justicia social y real y no por teóricos “todos somos
iguales ante la ley”; por mejorar las oportunidades de los más desfavorecidos,
etc.
En el supuesto que existiese ya esa tecnología del hidrógeno, no sería
gratis, existirían patentes, derechos de cesión de tecnología, infraestructuras
para su puesta en marcha y adaptación, etc. Serían precisos trabajadores altamente
cualificados y personal de mantenimiento. Los países más pobres que cuentan con
elevadas tasas de analfabetos y carecen de los recursos económicos para acceder
a esta tecnología ¿van a hacer algo para implantarla y hacerla accesible?, ¿universalizándola?;
¿las empresas y gobiernos van a renunciar a los beneficios e impuestos que
genera el petróleo?. Sería la sustitución de la tiranía del petróleo por la
tiranía del hidrógeno, ( acordarse de las revoluciones de la primavera árabe,
de las guerras civiles en África para la obtención por multinacionales rivales
de diamante, coltan, oro, petróleo, etc.). Esto nos lleva a concluir también que
es falso que “el
costo de producir hidrógeno sería igual en cualquier parte”. Cómo va a generar
una persona de la India, Mozambique o Perú electricidad en su garaje si carece
de un techo, si lo primordial es satisfacer una necesidad tan vital como es
comer al día siguiente.
Actualmente estamos
asistiendo a la eliminación de las ayudas y subvenciones a las energías
renovables, su razón de expandirse tan rápida y fuertemente no ha sido por
nuestra conciencia ecológica y cuidado del medio ambiente, etc., lo ha sido porque
era un negocio rentable si se subvencionaba. La electrolisis por medio de las
renovables pierde fuelle.
No estoy en contra de la
generación o búsqueda de alternativas al petróleo pero sí en contra de que se
hagan mediante dinero público y manipulando a la sociedad a la búsqueda del Santo
Grial de la energía; las multinacionales implicadas conocen perfectamente que
si los hidrocarburos se agotan y descubren otra forma de sustituirlo los
beneficios serías más que trillonarios, no necesitan otros incentivos.
Es curioso que en el Libro
Blanco de la Unión Europea se incentive la movilidad (infraestructuras en
transporte aéreo, trenes de alta velocidad, autovías de alta capacidad, con el
enorme consumo energético y emisiones de CO2); vea como
futurible medios de transporte particulares como los coches eléctricos (pilas
de combustible, metales nobles, no reutilización, etc.); pero no se mencione caminar,
usar bicicletas u otros dentro de las ciudades para recorrer escasas
distancias.